¿ÁBRESE A POSIBILIDADE DE FACER NAVEGABLE O MIÑO DESDE PEARES O ENCORO DE VELLE?

El proyecto para hacer del Miño un destino de turismo náutico choca con un discriminatorio veto que impide utilizar barcos eléctricos no contaminantes en Velle pese a la presión de alcaldes y expertos en el sector: “Hay que pelearlo”

Si algo queda pendiente para tener un destino náutico en el Miño es el veto a la navegación a motor en el embalse de Velle. Según José Manuel Fernández, presidente de Agan+, la presa de Velle tiene “las mismas características que otras del Duero o el Ebro” donde ya se permite navegar.

Durante la reunión de ayer, alcaldes de Coles o A Peroxa alzaron la voz ante este discriminatorio veto, al igual que los promotores del destino náutico Miño. “Hay que pelearlo”, animó Elena Fernández, técnica de proyectos de Agan+. “Con barcos pequeños, tipo xouva, de ocho personas, y una navegación lenta, de cuatro nudos, podemos conseguir que la Hidrográfica lo permita”, añadió la técnica, que, además, avanzó que sus nuevos barcos eléctricos “no generan olas ni lodos” y pueden ser válidos: “Pronto haremos una demostración en Castrelo”.

El alcalde de A Peroxa, Manuel Seoane, explicó que hace diez años se gastaron 36.000 euros en un estudio para presentar a la Hidrográfica en el que demostraban que Velle es navegable. Además, recordaron una inversión en pantalanes de 150.000 euros, que quedaron inutilizados por la falta de permiso del organismo de cuenca. El regidor de Coles, Manuel Rodríguez, añadió que en el momento de presentar el estudio se ofreció a la Hidrográfica “incluso colocar chips en las baterías de los barcos para evitar su pérdida”, pero tampoco fructificó. Rodríguez insistió en la necesidad de apostar por barcos de “poco calado” para que el organismo de cuenca pudiera dar luz verde.

Todos los implicados en el proyecto se mostraron dispuestos a dialogar con la Hidrográfica para desbloquear Velle. “Tenemos un recurso increíble y no lo podemos enseñar”, lamentó Elena Fernández, que llamó a hacer un “frente común” para lograrlo, recordando que “en otras zonas de España hay otros requerimientos y sí se puede”. En esa línea, José Manuel Fernández recalcó que “las confederaciones hidrográficas tienen criterios diferentes, y los caudales son los mismos”. Y el experto en turismo Antonio Armesto lamentó que “parece que a veces es un no a todo”, al tiempo que explicó que en su caso están intentando hacer navegable el Miño en Lugo desde su nacimiento hasta Belesar.

En general, todos concluyeron que aunque no se permita en Velle una navegabilidad completa, al menos que sea “durante tres meses” como se hace en otros lugares, coincidiendo con el periodo estival. “Tienen que actuar los políticos, la masa social lo pide a gritos”, lamentó otra participante en la presentación: “Llevamos años reclamando que hay que aprovechar el Miño”.

Actualmente, el principal aprovechamiento náutico del Miño se está dando en los barcos que navegan Frieira entre Cortegada y Arnoia o los barcos de Castrelo, que impulsa la Diputación, organismo muy implicado en la navegabilidad, como explicó también en el encuentro Emma González, presidenta del Inorde, que avanzó que este verano “habrá cinco barcos operando en el Miño”.

En conclusión, todos los agentes hicieron un llamamiento a ponerse las pilas. “La gente no se va del rural porque quiere, sino porque no tiene para comer”, defendió Elena Fernández. Para ello, como dijo el presidente de Agan+, tenemos que defender “sin complejos” la navegabilidad, lo mismo que en el Ebro y el Duero: “Podemos hacer el Miño tan visible como el resto de ríos de España, y eso lo tienen que hacer técnicos, políticos, empresarios, bodegas… Todos juntos”.

Puerta abierta

Mientras, Velle sigue esperando a ver navegar. La concesión del embalse de Velle acaba en dos décadas y entonces sería el momento de renegociar unas condiciones que lo permitan hacer navegable. Eso o una fuerte presión social e institucional previa. Ya en 2014, Francisco Marín, por entonces presidente de la Hidrográfica, había abierto la puerta al uso de catamaranes “con paneles solares o eléctricos, para no dañar el abastecimiento de Ourense”. Diez años después, la idea resucita.

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